Cómo Bjarke Ingels se convirtió en un referente de la arquitectura

      

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Uno de los arquitectos más prominentes de la actualidad es increíblemente joven para el portafolio que ostenta. Su nombre es Bjarke Ingels, es danés, tiene 44 años de edad y es dueño de su propio estudio, BIG (Bjarke Ingels Group). Entre sus obras más conocidas están las VM Houses (2006, Copenhague), Museo Marítimo Danés (2013, Elsinore), los apartamentos West 57 (2016, Nueva York), la Casa LEGO (2017, Billund), entre otros. Todavía tiene más de 40 obras por concretar, que estarán en lugares del Reino Unido, Taiwán, Canadá, México, Estonia, Francia, Finlandia, Corea del Sur, Alemania, Ecuador, además de los siempre frecuentes Dinamarca y Estados Unidos.

Ingels comenzó a estudiar Arquitectura a los 18 años (en 1993), en la Royal Danish Art Academy School of Architecture, luego de no encontrar una escuela de dibujo en Dinamarca. Su pasión, en realidad, era usar el lápiz sobre el papel para hacer caricaturas; soñaba con ser novelista gráfico. “Me matriculé en arquitectura porque creí que podría usar los primeros dos años de educación básica para perfeccionar mis habilidades en dibujo y así convertirme en caricaturista. Lo malo fue que me enamoré de la arquitectura”, relató en una entrevista ofrecida a la revista Smithsonian.

Cuando tenía más de la mitad de la carrera cursada en Dinamarca, se trasladó a la Escuela Superior Técnica de Arquitectura en la ciudad de Barcelona, España, de donde egresó en 1998. En esos años empezó a asistir a bibliotecas y se convirtió en un lector aficionado de la revista especializada El Croquis, medio en el que leyó sobre el trabajo de maestros como Enric Miralles, Gary Bates y de quien verdaderamente lo atrapó, el holandés Rem Koolhaas, ganador del premio Pritzker (2000) y eminencia mundial en materia de arquitectura y urbanismo.

Su pasión por el trabajo de Koolhaas, lo llevó a las oficinas de OMA (Office for Metropolitan Architecture), la firma de arquitectura contemporánea fundada por el holandés en 1975. En su visita logró que le concedieran una pasantía de seis meses de duración, a pesar de acudir sin invitación alguna. “Es el único trabajo para el que he aplicado”, afirma, casi 20 años después.

Así fue como dio sus primeros pasos con el tan reconocido Koolhaas, quien, finalizada la pasantía, volvió a llamarlo para que lo ayudara a construir y diseñar la Biblioteca Pública de Seattle. Fue en 1999, cuando estaba recién graduado. Aceptó y permaneció en la firma durante un año.

Estudios propios: PLOT y BIG

En 2001 regresó a su natal Copenhague y fundó su primer estudio, PLOT, junto a Julien De Smedt, su colega en OMA. La compañía obtuvo reconocimiento rápidamente y ambos fueron premiados con el León de Oro en la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2004, por la propuesta de una nueva casa de la música para Stavanger, Noruega.

Durante sus años en PLOT también construyeron las VM Houses, galardonadas con el premio AID para el mejor edificio en Escandinavia en 2006. Son dos bloques de viviendas, con forma de letras V y M, las cuales se adaptan a las necesidades de la vida contemporánea, a través del uso apropiado de la luz diurna, la privacidad y las vistas. Precisamente en 2006 decidieron separarse para que cada uno fundara su propia firma; BIG, en el caso de Ingels y JDS, en el de De Smedt.

¿Cómo ha logrado BIG construcciones impensables para otros profesionales del gremio? Para entender el trabajo del grupo y el estilo arquitectónico de Ingels es necesario comprender su filosofía arquitectónica.

Cómo Bjarke Ingels se convirtió en un referente de la arquitectura

Los tres principios arquitectónicos del joven danés

A raíz de la fundación de su firma BIG, Ingels se ha encargado de explicar su metodología a través de los siguientes conceptos:

  1. Utopía pragmática o alquimia arquitectónica. Para Ingels existen dos tipos de arquitectura: la tradicional que puede ser muy pragmática y la vanguardista (avant garde) a veces muy utópica. De igual forma, él sostiene que existe un tercer camino: la superposición de ambos. Una arquitectura utópica y pragmática a la vez. A esa mezcla la ha llamado alquimia, porque es la unión de elementos cotidianos con otros fuera de lo normal, mientras se mantenga en armonía con el medioambiente, la sociedad, la tecnología, la economía y sea sustentable y placentera para los ciudadanos.

    Así ha logrado construir un hospital psiquiátrico en forma de copos de nieve, complejos habitacionales que se asemejan a una montaña, estadios con playas artificiales, oficinas estatales totalmente transparentes y centros financieros ecoamigables. Algunas veces, estas propuestas tan inusuales han desembocado la ruptura de varios contratos. Sin embargo su finalidad, según explica en el portal de BIG, no es otra que atraer, comunicar y conectar a las personas con el mundo, para transformarlo y convertirlo en un lugar mejor.

  2. Sostenibilidad hedonista. “Podemos construir un mundo más limpio y más divertido al mismo tiempo. Estoy en contra de la percepción protestante de que para que algo sea bueno tiene que doler y que ser ecológico implica sacrificios”, explica en múltiples entrevistas con medios internacionales.

    Esta afirmación lo que intenta transmitir es que la sostenibilidad no debe asociarse con padecimientos o sacrificios sino que, en realidad, busca mejorar la calidad de vida y no renunciar a ella. Pide fundamentar sus proyectos en “grandes sueños” y no en “sacrificios y dolor”. Su ejemplo más ilustrativo es Amager Bakke, una planta en Copenhague que convierte residuos en energía y que, a su vez, cuenta con una pista de esquí de 2,8 hectáreas ubicada en el último piso.

    “Una especie de símbolo de la sostenibilidad humanística, económica y ecológicamente sostenible porque transforma la basura en energía, pero también socialmente sostenible ya que transforma una central eléctrica en un parque público”, señala Ingels.

  3. Darwinismo arquitectónico. Este joven arquitecto compara su proyecto con el modelo evolutivo de Charles Darwin, porque su trabajo se desarrolla a partir de la adaptación y la improvisación. Recoge todas las necesidades que pueden condicionar un proyecto y las adapta en la fase de diseño.

    Asimismo, sostiene que vivimos en una era antropogénica, en la cual la vida se adapta a las condiciones humanas y estas determinan absolutamente todo lo que se vaya a hacer. Por ello, apuesta por infraestructuras resilientes, que puedan asumir los cambios y que respondan a la visión, opinión, entorno y necesidades de clientes, residentes, usuarios y vecinos. Como muestra de ello, está la construcción del Big U, una pared marítima en el Bajo Manhattan, capaz de prevenir inundaciones provocadas por mareas altas.

    Ingels cree en el desarrollo sostenible, en las energías renovables y en ejecutar proyectos con presupuestos económicos. “Algunos de nuestros proyectos rompedores son para el mundo de los poderosos, pero tenemos otra cara para gente que no está contenta con los modelos arquitectónicos existentes. Hoy la sed de tecnología convive con la sed de naturaleza”, sostiene en una de sus charlas TED (Tecnología, Entretenimiento y Diseño, organización estadounidense sin fines de lucro que genera “ideas para difundir”). También habla de la existencia de una subespecie, en el sentido de que una gran idea no siempre es apta para cierto contexto. En BIG no se desecha ningún planteamiento sino que se recicla, porque nunca se sabe cuándo podría ser útil.

El lema del grupo es “sí es más” el cual invita a salir de la zona de confort y de las ideas tradicionales. Tiene su sede principal en Copenhague pero cuenta con oficinas en Londres, Nueva York y Pekín, donde en total alberga más de 400 empleados, entre diseñadores, arquitectos y mentes creativas.

Entre sus próximos proyectos está la construcción de la Torre 2 del World Trade Center (WTC), cuarto y último rascacielos del WTC, en sustitución del proyecto de otro referente de la arquitectura global, Norman Foster: se espera que esté lista en 2020; el complejo de museos e investigación Smithsonian, en Washington D.C, Estados Unidos, que se ejecutará en un período de 20 años a partir de 2013; y la sede de Googlepex, un nuevo campus para Google de más de 24 hectáreas en California, así como muchas otras edificaciones repartidas entre Europa, Norteamérica, Asia y el Medio Oriente.

“Bjarke es el primer gran arquitecto que desconectó por completo la profesión de la angustia”, sostiene Koolhaas, su mentor. “Él está completamente en sintonía con los pensadores de Silicon Valley, que quieren hacer del mundo un lugar mejor sin el escándalo existencial que las generaciones anteriores consideraron crucial para ganar credibilidad utopista”.

Ingels seguirá sorprendiendo por su juventud, más si se le compara con los “arquitectos estrella”, como Frank Gehry, Daniel Libeskind, Richard Meier, Jean Nouvel, que le llevan entre una y dos generaciones. Gehry, de hecho, tenía 78 años cuando completó su primer edificio en Nueva York.

A la edad del danés, muchos comienzan a establecerse en la práctica profesional, pero él ya cuenta con numerosas distinciones, competencias y fama ganada, gracias a su trabajo sobresaliente y fuera de lo común. Y al parecer, queda aún mucho por recorrer.

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